Las tortugas hiphoperas.
Las Tortugas Ninja nacieron a mediados de los años ochenta como una parodia a algunas de las historietas más populares de la época. El comic tuvo mucho éxito y así nació la versión animada que dio lugar a las tres películas que se realizaron a principios de los noventa. La remake viene de la mano del éxito de la nueva serie animada lanzada en el 2012, que ya va por su tercera temporada.
En esta versión, el enemigo es una mafia que pretende generar caos y que está dirigida por un villano japonés, el Maestro Destructor, quien intenta conquistar Nueva York con un plan que involucra usar armas químicas contra los ciudadanos. La trama indica que las Tortugas Ninja Adolescentes Mutantes deben impedirlo guiadas por su maestro, la rata Splinter.
El último film de Jonatahn Liebesman pretende contar una historia de desarraigo y crianza en las cloacas, basándose en los deseos de salir a enfrentar el mundo pero con los miedos de cualquier ser que se sabe diferente y espera la incomprensión social. Desgraciadamente todo queda en una intención vacua y sin un estilo ni un rumbo claro. Los retazos de la cultura japonesa se mezclan con la obsesión de la cámara por el personaje de la reportera televisiva Abril O’Neil interpretado por Megan Fox.
El resultado final es desparejo, con una combinación descontextualizada de la cultura japonesa y el hip hop, una propaganda obscena de la cadena norteamericana de pizzerías Pizza Hut, y para colmo forzando primeros planos de Fox. La construcción de un hilo argumental, a partir del surgimiento de las mutaciones en los laboratorios del empresario químico Eric Sachs, se va perdiendo debido a una aceleración innecesaria de las resoluciones para dejar paso a la acción y los efectos 3D.
Los toques de humor que caracterizan a los personajes de Rafael, Miguel Angel, Donatello y Leonardo y a la inocente relación entre Abril y su camarógrafo Vernon, convierten a Tortugas Ninja en una caricatura con aciertos y desaciertos que reafirma la elección ideal de un público adolescente y un sector adulto “fanático” por sobre un público general que busca una historia con más desarrollo. Las Tortugas están de vuelta y solo quieren más pizza, de sabor artificial si es posible y bien condimentada de acción.
Por Martín Chiavarino