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CRÍTICAS - CINE

Un Paraíso para los Malditos

Un
Paraíso para los Malditos
(Argentina, 2013)

Dirección
y Guión:
Alejandro Montiel. Elenco: Joaquín
Furriel, Maricel Álvarez, Alejandro Urdapilleta. Producción: MyS producciones, Fenix contenido Audiovisual, Orlando
Films y Patagónik. Distribuidora: Buena
Vista Internacional. Duración: 85
minutos.

Marcial comienza un
nuevo trabajo como sereno en el depósito de una fábrica del conurbano
bonaerense. En los primeros minutos de la película se mantiene un suspenso
letárgico y homogéneo que nos lleva a conocer la personalidad de este personaje
tranquilo, misterioso y de pocas palabras. Pero pronto llega el cambio gracias
a un giro narrativo que nos lleva a tratar de armar ese rompecabezas que es la
otra vida de Marcial, con sus vacíos y su verdadero trabajo de estratégico
asesino a sueldo.

Joaquín Furriel
encarna exquisitamente a este personaje inteligente, taciturno, pero de una
gran sensibilidad que se despliega en los vínculos que instaurará con los otros
personajes principales de la película: Miriam, una empleada y madre soltera que
vive junto a su hija Malena, y su padre, un anciano en silla de ruedas que
sufre de demencia senil.

Maricel Álvarez
interpreta a una Miriam dulce y condescendiente a la espera de ese príncipe que
rodeado de misterio encarnará Joaquín Furriel. Su gran trabajo como actriz es
ya reconocido en el cine internacional y en esta película en particular su
aporte es de una teatralidad muy valiosa. La interpretación de Alejandro
Urdapilleta también es interesante, encarnando a un padre de familia que logra
promover una piedad impensada en Marcial, quien se entrega a cuidarlo guiado
quizás por alguna culpa de su pasado. Todos juntos intentarán construir un
paraíso dentro de sus sórdidas y desarraigadas vidas.

Alejandro Montiel va
por su segunda película en el cine de masas, la primera fue Extraños en la Noche. Hoy estamos en
presencia de un thriller dramático que posee tintes de romanticismo que logran
estremecer al auditorio: una mirada entre dos personas que buscan elegirse y un
almuerzo familiar con bailes y juegos constituyen momentos de una cuidada
sensibilidad que logran sacarnos algunas sonrisas.

Las inteligentes escenas
de humor ya son un clásico en el cine del director, logrando crear carcajadas
allí en el medio de la más austera miseria. Un punto en contra es que la trama
y los personajes no resultan, a un público entrenado, realmente novedosos. El
intento de Marcial de conformar la familia que nunca tuvo -ni él ni los otros
personajes de la historia- lo llevará a un final inesperado, tejido por sus
actos. Alejandro Montiel nos muestra con sabiduría como la vida siempre puede
traernos, luego de instantes de alegría y placer, un desenlace amargo.


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