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CRÍTICAS - CINE

Un Suceso Feliz (Un Heureux Evenement)

Un Suceso Feliz (Un heureux évenement, Francia / Bélgica 2011)

Dirección: Rémi Bezançon. Guión: Rémi Bezançon, Vanessa Portal basada en la novela de Eliette Abecassis. Producción: Genevieve Lemal. Elenco: Louise Bourgoin, Pio Marmaï, Josiane Balasko, Thierry Fremont, Gabrielle Lazure, Louis–Do de Lencquesaing. Distribuidora: CDI. Duración: 107 Minutos.

Maldito alienígena

El cine tiene estas cosas. Un film de ciencia ficción, género considerado menor, puede plantear más dudas existenciales acerca de la paternidad -representada mediante la figura de un extraterrestre invasor creado por una raza seudo humana- que una comedia dramática que trata sobre una pareja joven que debe enfrentar el hecho de madurar y postergar asuntos de su vida por culpa de la llegada de un recién nacido.

¿Por qué una obra de fantasía termina teniendo mayores sublecturas y encarando mejor el tema que una obra inspirada en la realidad? Posiblemente porque la obra “real” lo encara de la forma más real posible, obviando sutilezas, apelando a un lenguaje coloquial, obvio y explicativo. De esta forma, una producción francesa termina siendo mucho más banal que una súper producción hollywoodense con todo el presupuesto del mundo solo porque la emoción es manipulada para generar un efecto concreto, mientras que en la obra de fantasía ésta forma parte del subtexto. Después se subestima a la ciencia ficción. Sin duda, no es bueno ver Prometeo antes de Un Suceso Feliz, como hice yo. Este tipo de historia se termina viendo con otra perspectiva.

El tercer film del realizador francés Rémi Bezançon confirma que el cine “for export” que deciden distribuir desde la cuna de los Hermanos Lumiere se parece a los productos de emoción fácil que intentan hacer, en esta época del año, tanto ciertas productoras nacionales como los grandes estudios estadounidenses. Influenciado un poco por Judd Apatow, Bezançon crea esta comedia que molesta por su corrección pero, a la vez, por su falta de originalidad.

Bárbara y Nicolas se conocen en un video club. Él es un típico freaky que atiende el local mientras que ella está preparando su tesis en la Facultad de Filosofía. Después de un diálogo bastante ingenioso sobre las intenciones de cada uno, que incluye títulos de populares películas, ambos se enamoran y, al poco tiempo, ella queda embarazada. Lo que sigue se divide en dos partes: los nueve meses que dura el embarazo y los primeros nueve meses de la crianza de Lea, la hija de ambos.

La película está narrada desde la irónica pero a la vez inocente mirada de Bárbara, que plantea con una constante voz en off sus dudas acerca del rol de madre; la relación con su propia madre, que le dio una crianza bastante liberal a ella y su hermana; la intervención de su suegra en los cuidados regulares de la criatura; y, sobretodo, el futuro de Nicolas y ella como pareja -que se preguntan continuamente si se puede seguir amando con una personita en el medio-.

Al igual que en Amor de Familia, su anterior film, Bezançon plantea de entrada que se va a tratar de una comedia agridulce e intenta mantener el humor en forma constante sin perder el timing y sin llegar a hacer una sitcom. A pesar de ser una película bastante sentimentaloide que lleva a cierta emoción demagógica, no se puede decir que el realizador fuerce las escenas para generar dicha lacrimogenia. No apela a golpes bajos ni vueltas de tuerca rebuscadas y no aparecen personajes que divagan el conflicto central. Sin embargo, tampoco hay demasiadas sorpresas ni los conflictos son originales. Todo es planteado de forma tan frontal y obvia que la película se mira con discreta simpatía. Hay gags que funcionan mejor que otros. La analogía con películas de ciencia ficción para comparar el estado y los temores de una embarazada son funcionales al drama. Por otro lado, las interpretaciones de Bourgoin y Marmäl son verosímiles, expresivas, efectivas. El problema es que todo está demasiado calculado, demasiado redondo. A diferencia de Amor de Familia, Bezançon arriesga muy poco por despegar la historia de una trama previsible con una estructura precisa. La justificación sería la típica expresión C’est la vie (así es la vida). O sea, agregar una vuelta de tuerca más original y menos predecible impactaría en la verosimilitud del relato y, en especial, en la moraleja esperanzadora que los realizadores pretenden dejar en el espectador.

Visualmente correcta, con un montaje dinámico, a Un Suceso Feliz se le puede criticar la lentitud con la que se suceden las últimas escenas a diferencia del avasallante ritmo inicial. Sin embargo, esto no molesta, ya que tiene su justificación narrativa. Pero, de vez en cuando, sería bueno que el cine francés regrese a los tiempos más anárquicos de su filmografía, cuando el conflicto de una mujer embarazada se podía leer como una mirada o una crítica social y no solo como el conflicto tonto y banal de una inocente y egocéntrica niña burguesa blanca.

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