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CRÍTICAS - CINE

Una Misión en la Vida

Una Misión en la Vida (The Human Resources Manager, Israel, Francia, Alemania, 2010)

Dirección: Eran Riklis. Guión: Noah Stohlman. Elenco: Mark Ivanir, Reymond Amsalem, Gila Almagor. Distribuidora: Distribution Company. Duración: 103 minutos.

De lo indiferente a lo oprimido.

Llega por fortuna a nuestras carteleras porteñas la tercer película de Eran Riklis (sus dos anteriores estrenadas aquí fueron La Novia Siria y El Árbol de Lima) un director que continúa eligiendo filmar en su país de origen, Israel, porque según sus palabras, puede interpretar más cabalmente el sentir nacional.

Una vez más, en el contexto de una situación política (un atentado que se cobra una víctima) el gerente de Recursos Humanos de la panadería donde trabajaba una inmigrante rumana, es comisionado para repatriar su cadáver. Aquí lo que prima es lo humanitario.

El Gerente en cuestión, una brillante composición de Mark Ivanir, aparece desgranado en sus pequeñas miserias y desdichas de vida, y, asumiendo una responsablidad que la siente esquiva, comienza con una travesía que intentará devolverle a la fallecida, Julia, su identidad perdida y tal vez, la suya propia.

Y es aquí donde la película gana en frescura, fluidez, dinamismo, ya que aparecen una serie de personajes entre Kaurismakianos y Kusturikianos (la cónsul, el chofer, el hijo de la difunta, su ex marido) que dotarán a la cinta de esta amarga, ácida, divertida y hasta conmovedora realidad, en suelo ajeno, descubriendo dificultades aun mayores que aquellas que se describen inicialmente. (Las nuevas generaciones rumanas aparecen retratadas con un gran escepticismo, oprimidas por la dura realidad que les toca, sin posibilidad de futuro)

Se adivina una sugerente metáfora a través de lo que sucede en Rumania, ya que el reacomodamiento de las identidades aun no ha sido del todo resuelto (la madre de la víctima se pregunta: ¿por que la trajeron aquí?) Negarle a Julia su condición de israelí, y por lo tanto, no enterrarla en su país elegido por adopción, significaría desprenderse de la gran responsabilidad que el país sigue teniendo con relación a la situación política en general. Riklis no rehúye el bulto por suerte.

Sólo lo humano nos salvará del odio y del olvido parecería querer decir el director a través de sus queribles personajes, y es por ello, tal vez, que la película no busque conmover a la platea, sino que lo logre aun sin proponérselo.

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